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DIPLOMADO EN PSICOLOGÍA FORENSE APLICADA AL DERECHO PENAL

En los últimos años las diferentes ramas de las ciencias del comportamiento aplicadas al derecho penal han enfatizado la necesidad que tienen los profesionales de la psicología para re-construir un marco teórico especializado en la comprensión de los trastornos mentales, la cognición, las emociones y la violencia en contextos forenses y es que, no obstante que la demanda de capacitación en materia de psicología forense va en aumento, aún podemos encontrar espacios que ofertan una actualización profesional basada en el análisis de “indicadores clínicos” del imputado durante la fase de “investigación forense” al tiempo que omiten difundir los principales hallazgos en la comprensión del comportamiento delictivo o criminal aportados por las ciencias forenses.

 

Y es que son justamente las ramas de las neurociencias forenses aplicadas el derecho penal las que han visibilizado el enorme reto que enfrenta el profesional de la psicología (Perito) durante su incursión en el nuevo sistema de justicia penal acusatorio (en México y en el mundo) al enfatizar que el comportamiento criminal (y el delito en sí mismo) no emerge simplemente por la presencia de una psicopatología clínica ni como una consecuencia directa de un ambiente desfavorecedor, y que tampoco es posible atribuirlo a un trastorno de personalidad o a una psicopatía-pura, mucho menos a los efectos del consumo de sustancias sino que dicho comportamiento delictivo o criminal es en sí mismo un “acto” que puede ser registrado, analizado y explicado (objetivo) más allá de los factores psico-sociales intrínsecos a la persona; es un acto en que emergen las motivaciones, idealizaciones, traumas, violencias y déficits del actor y que por tanto, estos requieren ser analizados solo en el contexto mismo del delito y no en el de su psicopatología.

Por tanto, si tomamos al delito como un “acto único e irrepetible” en el que el sujeto (delincuente o criminal) “se expresa” en independencia de su estructura de personalidad, de una enfermedad mental preexistente y/o de su nivel de educación y riqueza será menester del perito forense ser capaz de explicar si en el actor se encuentran presentes los indicadores forenses necesarios que permitan vincularlo al delito y a la víctima y si no es el caso, si la denuncia emitida por la víctima cuenta o no con los indicadores de validez suficientes como para imputar al sujeto con el delito / crimen, sobre todo en aquellos casos en los que no existen otros medios de prueba más allá del testimonio de la víctima.

Y es en esta misma línea de reflexión en la que se visibiliza no solo al acto criminal como la unidad de análisis sino la figura de la víctima como el sujeto en el que se materializa dicho acto siendo entonces necesario no solo valorar y analizar su testimonio sino determinar la profundidad y extensión del impacto psicoemocional que el acto delictivo/criminal ha detonado en ella.

Y para ello ha sido necesario que el sistema de justicia penal diseñara y pusiera en marcha un aparato protector dirigido exclusivamente a las víctimas del delito y a su familia; un aparato que se activa en paralelo a la investigación forense con miras a favorecer la recuperación de la víctima(s) al tiempo que facilita que el Perito forense cuente con elementos objetivos que le permitan vincular las potenciales alteraciones psicoemocionales (trauma) de la víctima tanto con el acto delictivo mismo como con todos aquellos mecanismos destinados a proveerle de una reparación del daño y/o a la solución de controversias en materia penal.

Pero aun así, y a pesar de los enormes esfuerzos realizados por las diferentes instancias jurídicas, no todo está listo para que este sistema penal opere sin errores. El mayor reto está ahora en crear los espacios que permitan al Perito en psicología forense romper con el paradigma de “la clínica aplicada al ámbito forense” y logre sumergirse de lleno en el modelo de investigación del comportamiento delictivo/criminal que propone el paradigma de las “ciencias penales”, un paradigma que permite investigar y vincular los “actos” que configuran delito/crimen con el actor, con la escena del crimen y con la víctima.

Por tanto, el reto que enfrentamos en el presente diplomado queda claro: acompañarle en su transición entre paradigma del análisis “personas” al de “indicadores psicológicos forenses” y para ello, hemos diseñado un temario en el que enmarcamos el rol del Perito en psicología forense en el actual sistema de justicia penal acusatorio detallando las fases en las que participa usted como Perito en psicología, cuáles son los principales objetivos de investigación que desarrollará en el área penal así como valor que el sistema penal atribuye a la pericial en psicología durante la fase de investigación y en la fase del desahogo de pruebas periciales, sobre todo, como ya se ha dicho, cuando no se cuenta con otros medios de “prueba objetivos” que vinculen “sin lugar a dudas” al imputado con el delito/crimen.

Así, la investigación de indicadores como la validez de testimonio, la simulación, el trauma, el riesgo de violencia, los déficits neurocognitivos, los trastornos mentales y de la personalidad psicopática serán solo algunos de los indicadores forenses que se irán revisando durante el diplomado en conjunto con algunos de los modelos de investigación más reconocidos por las ciencias forenses al tiempo en que se hace uso de los protocolos, instrumentos y pruebas idóneas para su evaluación y análisis.

 

Sea usted bienvenido!

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